Solo puedo comentar el caos de Chile, en específico Santiago, por la manera déspota en que nos han arrastrado al comercio y los mercados. Con ello han sometido a la población más precaria a la escasez, aunque el Estado sea utilizado como aval para ciertas áreas de la asistencia pública.
El Metro de Santiago es una máquina de transporte, que se ha ido configurando para que las grandes masas lo utilicen. Sin embargo, resuena el hecho que los sueldos no varían mucho con respecto a las alzas y que en el aspecto del tributo, toda acción de la minoría que está al mando de la nación, contribuye al que tiene más y que no usa el asistencialismo general; más bien, sus beneficios los logra desde otra esfera y, en específico, en su tributación.
Al estar extrapolado de las inclemencias del transporte público, pero no ajeno a su realidad, se puede tener un alcance de la situación de este presente.
Ha llegado el cansancio del chileno de base, para con el modelo que le han impuesto. En un tiempo fue el gran catalizador de emprendedores, exitosos profesionales y cuanto connacional salía de la precariedad para montarse en el exitismo; sin embargo, el modelo está agotado y las pruebas ya no son aceptadas para cumplir con la senda del progreso ambientado.
Se quiere tiempo, dinero y familia. Elementos que están exacerbados por la publicidad de los bienes y servicios pero, cada día que pasa, aquello es una cuesta que se empina y si no hay viveza, astucia y una cuota de corrupción, la cima se torna inalcanzable.
De ahí que comienza la frustración, el desdén, la perturbación y la rabia. Si aquello está en un seno familiar, los más afectados son los infantes que ven y perciben a sus progenitores en el caos y ellos quieren destruirlo para que no sufra más su núcleo.
El modelo se está agotando y los que están al mando de las organizaciones lo saben. Estamos llegando a un zenit del incremento en el costo de los bienes y servicios, los cuales son la meta y, también, la mecha que prenderá a los miles de cartuchos de dinamita que no tienen más que explotar por la gran explotación que ya se percibe en el corazón de esta nación.
Hemos llegado a las protestas porque el modelo molesta.